Dazkarieh

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“Ruído do silêncio”

Galileo, 2011


Si no hace mucho hablábamos en esta revista del último disco de Madredeus en homenaje a su 25º aniversario, sería inevitable pensar que el grupo ha dejado tras de sí muchos hijos putativos en el panorama luso más actual. Nada más lejos de la realidad, claro. Si los Dazkarieh tuvieran padrinos en la música, desde luego no sería el grupo citado, porque sus miras apuntan hacia bandas con más nervio como Värttinä o yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - DazkariehHedningarna. Las referencias no son nada gratuitas cuando nada más empezar este Ruído do silêncio el recuerdo del oyente se remite directamente a trabajos pretéritos como Ilmatar (2000, BMG) o Trä (1994, Silence), respectivamente. Tampoco es ninguna casualidad que las mezclas y masterización del disco que nos ocupa se haga en Suecia y no en Portugal.

Para no perder el norte de su propuesta, el dúo conformado por Joana Negrao y Vasco Ribeiro Casais (más el añadido en directo de Rui Rodrigues y André Silva) basa su repertorio en el cancionero popular de su tierra. De hecho, en este Ruído do silêncio suenan mazurcas, alalás, gigas y otras piezas tradicionales, de entre las que conviene destacar la Manhazinha de San Joao, Repasseado da calçada y las dos Moda da ceifa que sirven de interludio musical en mitad del disco. Si a este catálogo inicial se le añade la sonoridad de gaitas, panderos, cavaquinhos y guitarras portuguesas –además de un esporádico bouzouki que descoloca musicológicamente al oyente–, nada debiera hacer pensar que la orientación de la banda va por otros caminos.

En efecto, la trayectoria de Dazkarieh pegaría un vuelco enorme cuando, tras debutar a principios de siglo con dos discos homónimos, ya comenzaron a introducir instrumentos eléctricos y una potente batería a partir de Incognita Alquimia (2006, Hepta Trad) en adelante. No contentos con eso, se redujo la plantilla de diez a cuatro miembros, un recorte considerable que hacía prever severos cambios estilísticos. A todas luces fue una evolución apresurada que quizá pretendía captar un nuevo público que, por desgracia, estaba más pendiente de los escaparates anglosajones. Un lustro después de esta arriesgada decisión, Dazkarieh mantienen el mismo pulso endurecido que les ha llevado a acarrear premios y ganarse la cabeza de cartel de varios festivales de música, pero que para ello ha tenido que pagar el alto precio de acercarse peligrosamente a ese fangoso terreno del emo-rock tipo Evanescence, que caduca tan pronto como amarillean las portadas de las revistas de tendencias. | + info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno

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