Burruezo & Bohèmia Camerata
Burruezo & Bohèmia Camerata
«Misticísssimus Coralliummm”, Satélite K, 2013
Ha llovido mucho desde que, en 1987, la revista Rockdelux galardonara al grupo Claustrofobia con el premio al mejor álbum nacional por Repulsión (Justine Records). Si aquella banda de culto rompió moldes entonces, no iba a ser menos la nueva propuesta que ofrece ahora el principal artífice de Claustrofobia, Pedro Burruezo, al frente de la Bohemia Camerata. Los fans de antaño no encajaron del todo bien su reinvención, por lo que el músico barcelonés tuvo que recomenzar desde cero apostando con fervor por un camino estético y filosófico que le convencía más a una edad madura. Con su nueva formación, Burruezo presentaba una sugerente mezcolanza de estilos musicales que era, asimismo, una declaración de principios en toda regla. Con aires medievalistas y arreglos modernos, la Bohemia se apropiaba de géneros y músicas de todas las épocas y países sin hacer distinciones ni invocar las fronteras de ningún tipo, ni siquiera en lo formal.
Misticísssimus Coralliummm va un paso más allá. En sus extenuantes 75 minutos de duración recrea un particular mundo de comunión donde conviven cristiandad, islamismo, judaísmo y taoísmo. No en vano, la carpetilla interior se abre con citas a Dante, Unamuno, Lao Tsé y San Juan de la Cruz, entre otros autores de referencia para el ideario de Burruezo. Cantados en catalán, castellano, latín, italiano y árabe antiguo, los quince cortes del disco versan sobre temáticas dispares como el amor, el pacifismo, la ecología y el misticismo, con letras inspiradas en versos sufís, las Cántigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, las oscuras profecías de San Malaquías, las lecciones morales de Nicolás de Cusa y, por supuesto, la poesía de San Juan de la Cruz, uno de los declarados pilares literarios de Burruezo.
El disco en cuestión ha sido la prueba evidente del merecido éxito de Burruezo al frente de la Camerata, ya que nació de la necesidad de reeditar su anterior Misticísssimus (Satélite K, 2011), un disco-libro que se agotó en seguida. Para su secuela se decidió darle una nueva pátina a aquellas canciones, y por ello se contó con la colaboración de la Coral Cypsella de Sant Feliu de Guíxols (Girona), un conjunto de cuarenta voces dirigidas por Monti Galdón que embellece significativamente algunos temas. Además del citado coro, a la Bohemia Camerata se suman aquí las artes de Wafir S. Gibril (ûd, ney, violín, declamación y percusión) y dos novedades más entre sus filas: la violista Maia Kanaan y el laudista Muhammad Yusuf Mayans. Con un sonido técnicamente más limpio y depurado que su precedente, aunque con un orden distinto de las canciones y el añadido de piezas inéditas, Misticísssimus Coralliummm vuelve a demostrar el acierto en el camino que Burruezo inició hace década y media.
Así, entre arreglos sobre canciones tradicionales sefardíes y andalusíes –como la peculiar fusión que se cuela en El Call de Girona con un hit de Las Grecas– y otras de autoría propia, Burruezo y la Bohemia Camerata incluyen también dos descartes para la banda sonora de Història de la meva mort (Albert Serra, 2013) que desecharon en el montaje final del film –Adagi oriental y la emotiva Noi ti preghiamo–, una versión de El Cant dels Ocells grabada en directo en la Sala Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, y un regalo que le hace su amigo Jovic Sagristà (ex-miembro de Claustrofobia) para Las tres vidas de Pedro Burruezo, el documental dirigido por Jose López Pérez –el también rapero Ragnampaisser– y que combina con mucha simpatía folk, rumba, jazz y hip-hop.
Entre los cambios formales respecto al anterior Misticísssimus (Satélite K, 2011), caben destacar los títulos de Aman Aman y Tribulationibus: el primero por recordar ligeramente los arreglos corales que les son tan propicios a la obra de Goran Bregovic; el segundo por el collage sonoro que cierra la pieza, diluyendo la coral con las campanadas de Sant Andreu de la Barca. Los tonos arábigos y aflamencados siguen brillando en cortes como Al-Haqq, Laylah y Zagüiya, que Burruezo canta en clave de saeta para una procesión de Semana Santa, mientras que el trabajo rítmico cobra un mayor protagonismo en Meravellosos y Ebrios de amor divino. Como momentos de genio que le ponen a uno los vellos de punta deben ser mencionadas las líneas minimalistas de órgano al final de Mens sine desiderio y el clavicordio barroco del Adagi oriental, la cual concluye con el eco de una campana que se funde con el silencio. Un silencio que es casi la rúbrica con la que Burruezo manda callar a quienes le criticaron cuando colgó el hábito claustrofóbico de su pasado. +Info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno