Soname
Soname
“Plateau”
Fortunate Recordings / World Village 2009
Soname es una joven tibetana, al parecer de noble descendencia, que tuvo una infancia dura trabajando separada de sus padres por culpa de la ocupación china. Según su web, Soname no pudo contar con los privilegios de la educación, la libertad y una vida familiar. Con dieciséis años y acompañada de unos monjes cruzó el Himalaya para encontrar la liberación en la ciudad india de Dharamsala, hogar del Dalai Lama en el exilio. A partir de ahí, con viajes a Europa, y viviendo en Francia, forjó su carrera como cantante. Después de un primer disco, en Plateau, Soname se ha dejado impregnar de los elementos necesarios para protagonizar un lanzamiento internacional, y no lo hace con mal pie, sino ofreciendo una muestra del sentir de su música, desde dentro y fuera del Tíbet. El álbum conjuga tradición y modernidad, tanto en forma como contenido. Instrumentaciones clásicas se superponen con otras más distantes del país centroasiático. En algunas de las piezas se aprecia el multicolor punteo de un arpa céltica, e incluso los teclados y baterías occidentales se suman a la tabla y a otros del país, queriendo resumir los diferentes ángulos culturales que le han influido en su trayectoria musical. Evidentemente suena tradicional pero se percibe un halo de gustos por otros tipos de músicas, desde la occidental a la de los países vecinos.
El disco se inicia con una insinuante y bella pieza, Sun and Moon, como y al tercer corte nuestros pensamientos se trasladan a territorios cercanos a
Cantado en su idioma, con letras que hablan del amor de un pueblo por sus montañas, por sus gentes, creencias y libertad, su audición provoca espiritualidad; no solo por su procedencia, ni por predisposición. Los temas de Soname fluyen en harmonía, con calma, sin provocar brusquedades y respirando cierta melancolía. En algunas piezas, especialmente en Yak Stampede, su canto se asemeja al de los nativos norteamericanos, fundiéndose en una armonía cósmica o terrestre más antigua de lo que somos capaces de imaginar. Quizás sea una prueba de que a pesar de las diferencias de piel y de lenguas, estamos unidos por algo mágico, divino o humano… Experimenten a ver que sienten. // Antonio Álvarez