Ronnie Earl and the Broadcasters
Ronnie Earl and the Broadcasters
“Living in the light”
Stony Plain Records / Karonte, 2009
Desde Canada nos llega este álbum del guitarrista de blues Ronnie Earl (1953), que presenta junto a sus Broadcasters, una pareja de hecho que dio sus primeros pasos allá por 1984 con la publicación de Smokin. Pero, sin olvidar que el guitarrista norteamericano ha colaborado con infinidad de artistas y casi podría decirse que con todos los que han dejado su personal firma en el mundo del blues.
Con discos propios en solitario, otros iniciales junto a la formación Roomful of Blues, es con The Broadcasters con quién la creatividad e interpretación formaron una simbiosis propia que ha situado al de New York en uno de los puestos de honor del blues de todos los tiempos. En el trayecto, como ha sido habitual, se han descrito las típicas escenas vitales de drogas, alcohol y depresiones, junto a la posterior redención y levantamiento. No obstante, con este disco, Ronnie Earl parece querer demostrar que ha hecho los deberes y que su música luce. Y, de hecho, escuchando Living in the light, nos podemos alegrar de confirmarlo.
The Broadcasters son además de Earl, Dave Limina en los teclados, Jim Mouradian en el bajo y Lorne Entress a la batería; pero además, para este álbum, la formación ha contado con numerosas colaboraciones, entre las que destaca la del harmonicista y cantante Kim Wilson, uno de los fundadores de The Fabulous Thunderbirds.
Con un estilo propio y amplio en donde se combina la elegancia con el sentimiento, los largos fraseos y la progresión de las formas en extensos desarrollos, Earl se nutre especialmente del blues de Texas y Chicago, aunque en alguna ocasión, como en la inicial Love Love Love también se desliza hacia un sonido más propio del Rhythm and Blues. Y sin dejar de ser un espejismo, rápidamente se vuelve a la cadencia que el blues requiere. Con esa mezcla de dolor, de paso arrastrado de cada una de las notas, Earl canta y toca la guitarra combinando el blues energético con el más lagrimoso, y precisamente ahí es donde más la clava en el corazón.
Se hace difícil comentar algún tema porque cada pieza desprende puro magnetismo, encanto, improvisación y sorpresa. Además, el neoyorquino parece disfrutar en la construcción de pasajes extensos para poder decir a través de su guitarra todo lo que pasa por su alma, desarrollando lo mejor del blues de siempre, como si fuese una especie de catálogo de lo que ha sido, es y será. Relájense, tienen ante sí un monumento, un homenaje al blues en toda regla, 78 minutos de vibrante blues. Aprieten los puños y agítense cuando viajen al pasado con Child of a Survivor, estremézcanse con What Can I do for you, y húndanse con la desgarradora Recovery Blues… A este paso desgastaré el lector de CDs. www.ronnieearl.com // Antonio Álvarez