Nacho Vegas
Teatre Joventut, L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), 9/4/2022
Con el aroma de grandes nombres de la canción de autor (Aute, Sabina, Krahe) flotando a su alrededor, el asturiano Nacho Vegas (ex componente de uno de los grupos claves del indie de los 90, Manta Ray, y ya con dos décadas de carrera en solitario a sus espaldas) demostró ayer que tiene un mundo y un sonido propios y una legión de fans que ya se saben de memoria las canciones de su recientísimo nuevo disco, Mundos inmóviles derrumbándose (Oso Polita, 2022), que presentó en el Teatre Joventut dentro de la actual edición del Festival BarnaSants, en un concierto en el que también se pudieron escuchar algunos de sus grandes éxitos.
Vegas abrió el recital con la primera canción de su nuevo trabajo (que compuso en un pueblo pesquero del Cantábrico asturiano, y que habla sobre la soledad pero también sobre la infinita ternura humana), Belart, y siguió con un clásico de su repertorio, Detener el tiempo, de su disco de 2008 Manifiesto desastre, que el público reconoció ya en los primeros acordes de guitarra y recibió con sonoros aplausos.
Con esa voz personal, a veces aguardentosa, a veces seca como un camino de tierra, Nacho Vegas cantó el nuevo tema La séptima ola acompañándose de su guitarra y creando un ambiente ideal para la siguiente canción, de nuevo un antiguo éxito, Ser árbol, de su disco de 2018 Violética, un onírico tema que originalmente canta con la cantautora catalana Maria Rodés. Tras recibir una sonora ovación, Vegas se dirigió al público para recordar que hace un par de años murió el cantautor de country y folk estadounidense John Prine, del que han versionado en asturiano su Summer’s end, titulado Muerre’l branu, tema que sólo se puede encontrar en la edición física del disco, y no en algunas plataformas de streaming.
A la evocadora El don de la ternura (tema nuevo con aires de vals, y ya recibido con estruendosa ovación) le siguieron tres viejos éxitos: la elegante Hablando de Marlén, de su trabajo de 2006 No es una salida; Que te vaya bien Miss Carrusel, de Canciones inexplicables 2001/2005 (que el auditorio aplaudió y coreó con ganas); y Ciudad vampira, de su disco de 2014 Resituación, en el que la interpreta con la compositora e intérprete guipuzcoana Maite Arroitajoauregi (conocida como Mursego).
Elegante y tímido, enfundado en un traje color burdeos y con camisa negra, bebiendo agua en copa, Nacho Vegas ha cantado con infinita dulzura la delicada Lo que comen las brujas, de su disco de 2013 La zona sucia, un tema que trae a la memoria a las inmortales Vainica Doble, con rimas tan bonitas como ésta: “Leche, galletas y a ti, corazón mío, a ti / Y a ti, y anoche vi que una hambrienta se aproxima a aquí”.
Las nuevas Ramón In (dedicada a su amigo Ramón, que murió en 2018 y montó varios locales de ambiente gay y travesti en Gijón), El mundo en torno a ti (muy aplaudida) y Big Crunch (que el público acompañó con palmas) dieron pie a Nacho Vegas para presentar a la excelente banda de músicos que le acompañan en esta gira: Joseba Irazoki a las guitarras, Ferran Resines a los teclados, Manu Molina a cargo de la batería y percusiones, Hans Laguna al bajo y la berlinesa Juliane Heinemann a la guitarra y coros. Tras agradecer a BarnaSants la oportunidad del concierto, Vegas emprendió el final del recital con dos clásicos: La gran broma final, del disco de 2013, y La pena o la nada, de El tiempo de las cerezas (trabajo que firmó con Bunbury en 2006), también coreada por el público y en la que canta contundente: “Entre el dolor y la nada elegí el dolor”. Un poderoso rasgado de guitarra de Joseba Irazoki puso fin al concierto, con el público vitoreando puesto en pie, ofreciendo una gran ovación, tras la cual Nacho y su banda volvieron al escenario, aunque se hicieron de rogar (incluso alguien del público se lo echó en cara bromeando).
El tema El ángel Simón, de su disco de 2001 Actos inexplicables (“Y ahora la memoria es mi guía / Porque, eso sí, pienso en ti cada día”) con una guitarra que rezumaba tanto dolor como la letra, y El hombre que casi conoció a Michi Panero, del disco de 2006 Desaparezca aquí, también coreada y acompañada con palmas por el público, y cuyo final cantó Nacho Vegas con un megáfono, fueron los bises que cerraron un concierto de casi dos horas. El público aplaudió puesto en pie y Nacho y su banda se despidieron al borde del escenario. Hasta siempre, dijo Nacho Vegas. Que sea pronto.
Fotos: Juan Miguel Morales