Mus
“La vida”
Green Ufos
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Adoptar una lengua como el astur para cantar folk-pop en España es ya toda una declaración de intenciones. Pero, por desgracia, a nivel musical el proyecto de Mus no pasa de la fotocopia de lo foráneo. Existen hoy por hoy muchos grupos similares y esa falta de personalidad termina por hastiar. Canjeables son al final La Buena Vida, Le Mans e incluso Chucho en ocasiones porque los criterios cada vez están más determinados por el gusto del productor o la discográfica. El salto de sello no provocó tampoco un cambio significativo en el estilo de Mus, aunque dicen que éste es su trabajo más alegre (quién lo diría oyendo versos tradicionales como "Aúlla un perro, madre / junto a la puerta; / cuando amanezca el día / ya estaré muerta" o la rapsodia que da título al disco). En general, se sigue confundiendo el exotismo de una instrumentación rara –por inhabitual– con tener algo nuevo que decir. Mas no basta con vestir a la mona de seda. La fórmula de este dúo asturiano fue desempolvar un viejo melotrón y musicar textos ancestrales de pastores y pandereteiras, bebiendo de fuentes como Devendra Banhart, Velvet Undergrund, U2 o Pink Floyd cuando se ponían bucólicos y tiernos. Y aunque contiene uno o dos aciertos (Les patinadores, Perdieron la tierra) y algún batacazo (Una sábana al vientu bien podría haberla firmado La Oreja de Van Gogh), el resultado final se queda a medio camino entre el candor y el sopor, ideal para meterle mano a una novia indie con ínfulas de intelectual. Ya puede presumir de colaboraciones de componentes de las bandas de Edwin Moses, Nacho Vegas, Vigil o Manta Ray: la voz de Mónica Vacas –cercana a Cristina Lliso, de Esclarecidos– inspira sueño y ese instrumento llamado autoarpa que tañe su compañero Fran Gayo acaba siendo irritante con tanto abuso melódico a lo largo del disco. Sí, claro, es bonito, sin más. Como lo es ese óleo de la abuela con un jarrón de flores que pintó porque se le había roto la tele. // Iván Sánchez Moreno