Miryam Quiñones
BarnaSants
Auditori Barrades. L’Hospitalet 13 de marzo de 2015
Miryam Quiñones es una intérprete. Lo dijo ella durante el concierto, recalcando que no le hacía falta componer nuevos temas teniendo en cuenta las maravillas que habían en el mundo para poder cantar. Una intérprete que busca canciones que, no solo tengan una sonoridad, una melodía bonita, sino que esta melodía se acompañe con una letra llena de contenido. Incluso diríamos que la premisa es la contraria a lo dicho; para ella primero es la letra, después la música, aunque ambas importan.
Todo esto, y mucho más, nos iba explicando la cantante desde el escenario del Auditori Barrades, en el recital que ofreció dentro del Festival BarnaSants. Un recital lleno de hermosura, por su voz, por los temas, pero también repleto de compromiso. Miryam Quiñones nació en Lima y desde hace mucho se ha dedicado a difundir las canciones de la Nueva Troba Cubana, llegando a fundar, incluso, un grupo cuyo nombre no deja lugar a dudas sobre lo dicho: Silvio a la Carta. Uno de sus hitos musicales fue la intervención en el recital que Silvio Rodriguez dio en Lima, en 2007, como invitada especial al mismo.
Pero no solo se ha nutrido en su repertorio de los cantantes cubanos de ese movimiento. Lo demostró la otra noche cantándonos temas, principalmente de su penúltimo disco, Con el alma en vilo, que grabara muchos de ellos haciendo dúos con artistas de la calidad de Vicente Feliú, Teresa Parodi o el propio Silvio Rodríguez, además de algunos de su nueva grabación, de la que hablaremos.
Empezaba con un tema de la colombiana Marta Gómez, Canta. Tras él, un clásico del cancionero latinoamericano del gran Simón Díaz, el recientemente desaparecido “legendario cantautor venezolano”, como ella dijo; una versión peruanizada de Tonada de luna. La siguió, ¡Qué bonito!, una canción del tucumano Alberto Rojo. En el momento de grabar su disco, explicó, le llegó esta canción a ella y consiguió no solo incluirla en su trabajo, sino que pudo contar con la colaboración del propio autor a la guitarra. Una alegre y optimista canción a ritmo de vals.
Con el alma en vilo , la canción que dio título a su trabajo, es la que interpretaba luego. Un tema de la argentina Teresa Parodi, que también interpretaba con ella en el disco, y que es la actual ministra de cultura en su país, lo cual, comentó, la llenaba de alegría, Una canción que, dijo, fue un amor a primera oída, y que Miryam Quiñones dedica siempre: “A aquellos que en algún momento decidieron seguir el camino de sus sueños. Un camino tan bonito como, a veces, difícil e incierto. Un camino en el que nunca tenemos claro que va a pasar mañana y hacia donde nos va a llevar, pero por el cual transitamos con mucha fe, con mucha perseverancia, sin cejar de tranzar en el empeño”. Una de las canciones más bonitas de la noche, especialmente por la versión que ella nos ofreció, alejada de algunos rasgos demasiado grandilocuentes que habíamos oído en otras intepretaciones.
Llegó entonces el turno del invitado de la noche. El pianista argentino, afincado en Barcelona, Mariano Camarasa, que en ese momento se unió al guitarrista peruano Rey Soto, y al percusionista, principalmente al cajón el argentino, casi peruano, Julian Cerezuelo, sus acompañantes en todo el recital. Con ellos tres entonó una de las canciones más interesantes de Rubén Blades, al que ella reivindicó como uno de los cantautores latinoamericanos más importantes, más allá de ser, a veces, solo conocido por sus temas más comerciales. De él cantó, Parao, después de aclarar que ese término quiere decir permanecer de pie, que alguna equivocación había sufrido en otros recitales respecto a su significado
Augusto Blanca fue otro de los autores que estuvo también junto en su disco con, El tercer deseo, que habla de ese deseo de volver atrás y recuperar algo o a alguien que se nos quedó en el camino. Fue con esta canción con la que descubrió al autor cubano, otro miembro de la trova, grupo más números de lo que a veces nos pensamos.
Definiéndolo como alguien noble, honesto y, especialmente, consecuente, introdujo Creeme, una de las canciones más emblemáticas del cantautor Vicente Feliú. Con él ha actuado en muchos lugares, manteniendo una amistad que ha hecho que su último trabajo, Las flores buenas de Javier, lo hayan grabado de forma conjunta.Y precisamente después nos cantaría una canción de ese cedé que está dedicado al poeta peruano Javier Heraud, asesinado a los 21 años, que fue admirado por la gran Chabuca Granda que le dedicó todo un disco y que dijo: “Los versos de un poeta son como flores que brotan de su ser, y que esas flores, esos versos, son las mejores armas con las que el poeta puede luchar”. Precisamente fue un tema de Chabuca Granda sobre un poema de Javier Heraud, el que interpretó Miryam Quiñones, Las flores buenas de Javier, la canción que, como hemos dicho, da título a su trabajo con Vicente Feliú. Fue otro de los pasajes más interesantes de la noche.
Si me voy antes que vos, o Milagro de amor , del cantautor uruguayo Jaime Roos, un precioso tema, al que la cantante cantó al estilo peruano, como dijo; precedió a la famosa canción de Jorge Drexler, Al otro lado del rio, ganadora de un Óscar, que pertenecía a la película Diarios de Motocicleta, y que ella interpretó acompañándose con la guitarra de una forma magnífica. Y es precisamente en estas canciones tan conocidas y tan versionadas donde se ve lo que una intérprete puede ofrecernos, donde toma sentido esa idea de ser interprete, no autora, y de tomar canciones tan bellas como ésta y hacer una versión absolutamente magnífica, de las mejores de la noche.
Entonces Miryam Quiñones se sentó en el cajón y nos cantó, Barro tal vez, del argentino recientemente desaparecido, Luis Alberto Espineta, el Flaco Espineta como se le conocía. Una canción que dicen que aquél compuso a los 15 años, y que ella interpretó al ritmo afroperuano del landó con el cajón peruano. Otro momento interesantísimo del recital, donde demostró nuevamente, cantando de esa manera, todo su potencial.
Y después nos dejó boquiabiertos con la pequeña sorpresa que nos quiso dar, como dijo. Interpretó el tema de Ovidi Montllor, Homenatje a Teresa, en un cuidadísimo catalán, como un reconocimiento al cantante y, también, al propio BarnaSants que este año celebraba el 20 aniversario de la muerte del polifacético artista. Un detalle que nos hizo, además de disfrutar con ello, reflexionar sobre la función de la música en la unión entre las personas cuando hay una voluntad que así lo quiere.
Y entonces llegó la canción de: “Él, del más grande, del maestro, del referente de todos los que nos dedicamos a la canción de autor”, como lo presentó Miryam Quiñones, Silvio Rodríguez. De él nos cantó el tema El necio, que también cantaba con ella en la grabación referencia del concierto, su disco, Con el alma en vilo.
Para despedirse interpretó Canto versos, del rosarino Jorge Fandermole, un referente de la canción argentina que también intervino con ella en su disco. Y llegaron los bises. Insistió la cantante en su rol de interprete y explicó la voluntad de dar a conocer algunos de los autores menos conocidos.
Queríamos reflexionar sobre la idea, en la cual insistió la artista, de su función de interprete. Perece que hoy en día hay como un leve desprestigio del cantante o la cantante que no interpreta temas suyos. Nosotros pensamos que, como dijo Miryam Quiñones, hay cientos miles, miles de millares de canciones preciosas que intérpretes como ella, y otros muchas más, pueden acercar a su público para ayudar a difundirlas sin necesidad de hacer nuevas creaciones que, desgraciadamente, en muchos casos no mejoran, ni mucho menos, las que ya están corriendo por esos mundos. Una labor que hace, además, dando la importancia que han de tener los compositores a los que versiona, porque valora la fundamental misión que éstos realmente tienen, lejos de muchos intérpretes reacios a citar a los autores de los temas que cantan. Desde aquí reivindicamos la profesión de intérprete como fundamental en el mundo de la música, recordando a los muchos cantores que mejoran temas de otros compositores y a los que, por otro lado, con sus composiciones a veces nos apartan de las magníficas versiones que hacen de otros temas que no han compuesto ellos.
Acabó Miryam Quiñones con una de las autoras y cantoras más importantes, y así llegó El surco, en una versión con un acercamiento evidente al mundo del jazz; y, como no podía ser de otra manera, La flor de la Canela; una doble ración de Chabuca Granda que poso un dignísimo colofón a su actuación. Un recital que fue toda una sorpresa para muchos y una reafirmación de la calidad de la cantante, para otros. +Info | Relacionados | Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO