Manolo García
Manolo García
”Saldremos a la lluvia”
Galea Producciones / Sony BMG, 2008
Son ya unos cuantos años de pisar carretera y escenarios, las cosas cambian y nuestros espíritus también se transforman. Lejos queda ya la leyenda de El Último de la Fila y su vocalista y media naranja sigue queriendo mostrarnos sus cualidades creativas en un panorama musical globalizado, aunque quizás el estilo, las formas o los pensamientos de unos y otros puedan ser bastante diferentes. En esta ocasión Manolo García se deja caer con otro trabajo que exprime su esencia de una forma más liviana, pero, en la línea de la reiteración.
García es, en estos momentos, una estrella, un claro ejemplo de artista odiado o estimado. Lo primero, quizás, por su falta de atrevimiento a romper esquemas, y por su continua rotación sobre si mismo. Y lo segundo, porque su público quiere seguir escuchando esa misma forma de cantar, de afrontar la vida, los temas y el recuerdo de El Último de la Fila, como referente más próximo. Esta dualidad, a mí mismo, en un artista digno y creíble, me da que pensar, porque me gustaría afrontar con placer la escucha del trabajo y, sin quererlo, la monotonía se apodera de mis oídos.
El álbum, que según comentan los más expertos, parece mejorar la senda recorrida durante los últimos años, acoge canciones densas con un contenido narrativo y lírico que si se plasman y disfrutan sobre el papel, se transforman en pura poesía, con textos complejos, trabajados y suculentos. La razón quizás sea que literariamente Manolo García juega a crear imágenes sugestivas, decoradas y lustrosas en forma y contenido. Sin embargo, esas mismas poesías, puestas sobre el soporte oral del artista, parecen tener un peso superior, con demasiada gravedad, que le impiden alzar el vuelo con ligereza, tal y como si conseguía con el mítico grupo al que perteneció.
En el devenir del disco también se aprecia una carga excesiva de acompañamiento y producción. Siendo un personaje sencillo, su obra parece echar de menos su propia sencillez. Grabado a medio camino entre Girona y Creta, incorpora alguna tonalidad y ritmo propio de las músicas del mundo que adornan con eficacia pero sin constituir la clave de su éxito y de su novedad. A pesar del consanguíneo sentimiento ideológico que expresa, el trabajo no acaba de hacer resurgir lo mejor de Manolo García. Quizás el tiempo pasa y deben cambiarse esquemas demasiados arraigados. El riesgo, como el de su ex compañero Quimi Portet, es menos gratificante a corto plazo, pero, tal vez, a la larga, junto con la experimentación, aporte un mayor elemento de valor. Por ahora, Manolo García sigue en su línea y, con toda probabilidad, se convertirá, como no, en superventas. Me gustaría pensar que vendiendo menos, ganaría más // Antonio Álvarez