Manel Fortià. Libérica.

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“Arrels” Microscopi, 2021

Manel Fortià (Cassà de la Selva 1984) es un compositor y contrabajista al que seguro que conoces, Fortià hace cinco o seis años estaba en tal cantidad de proyectos que competía en agenda con su amigo Marco Mezquida. Después se marchó a Nueva York y no tardó en encontrar músicos con los que compartir sus inquietudes (que son muchas), dado que la fusión flamenco jazz siempre la había interesado era lógico que no tardará en encontrarse con Antonio Lizana, ese andaluz que anda revolucionando la música con su saxo y su cante. En alguno de sus viajes de Nueva York a Cataluña se traía al francés Raphael Pannier (batería), hasta aquí todo bien. Ahora lo típico, la pandemia, regreso a casa, tiempo para pensar y nuevos proyectos. Entre ellos este Libérica. Una vez en casa si hay que buscar entre el flamenco “original” no es extraño que aparezca Aurora y del quinteto seleccionan a Pere Martínez (cantaor familiarizado con el folklore catalán) y el pianista Max Vilavecchia (experto en fusionar el jazz con el flamenco) Ya tenemos un quinteto preparado para gustar al público más exigente. Seguro que recordáis el episodio en la Generalitat con la versión de Les Segadores que protagonizaron Fortià y Magalí Sare. Pues si no quieren caldo, dos tazas. Fortià escoge cinco canciones tradicionales catalanas  y La calma de la Mar (Nicolau Guanyabens) y con los arreglos pertinentes las fusiona con el flamenco. Arranca el disco, como no, con La dama d’Aragó, El saxo de Lizana ejerce de primera voz enseguida el piano la lleva al fandango y Martínez entra al cante, pero Lizana con esos tiritiritiri lo deriva hacia la negra seguriya, le secunda Martínez, Lizana demuestra que se puede contar con dos cantores y lo que eso conlleva para los directos, habrá que verlo y oírlo. Pannier por atrás va elevando la tensión, que resolverá de nuevo el saxo de Lizana, que vuela muy alto y seguro. Cerrando de nuevo por fandangos. Sigue la gran composición catalana El cant dels Ocells, las palmas nos llevan a la buleria o a la soleá (mismo compás) delante la voz de Martínez sedosa y tierna, detrás Fortià recordando al maestro Casals, lucimiento del contrabajo que es capaz de acercarse al flamenco respetando una melodía que ya pertenece a la música universal. Muy original la fusión de letras aviares flamencas y catalanas en perfecta convivencia al igual que las voces de Martínez y Lizana. Sigue una introducción a Els Tres Tambors, respetando el título es normal que la haga Pannier un solo de batería que facilita la entrada de Fortià y Martínez con esa letra de Els tres Tambors, entrada que ira desembocando, como el que no quiere la cosa, en unos tanguillos. Villavecchia da la vez a Lizana, es genial como el andaluz pasa con soltura del cante al saxo. Más jazzístico en el saxo, más flamenco en la voz y muy músico en ambos instrumentos. Siguen con un tema menos conocido La presó de Lleida, y de nuevo respetando el título la trabajan por carcelera. Empieza el terrible yunque dando paso a  la seguiriya, recita, de momento Martínez, redobles del tambor de Pannier que aumenta la tensión. Fortià, como siempre por atrás va modificando para que cuándo entra Lizana la carcelera vaya tomando forma, las texturas se alargan, el piano de Villavecchia nos recuerda que ese sonido Aurora (tan atmosférico) está presente con dos de sus miembros, nos lo confirma la voz tan bien modulada de Pere Martínez. Un final dónde las cadenas parecen arrastrarse entre el quinteto, mientras la voz de Martínez nos cuenta la historia como buen rapsoda. La Bella Lola, el contrabajo de Fortià nos la presenta con un juego de Guajira, que quiere fusionar con el blues. Es una pieza de orfebrería, este hombre ha absorbido tantas músicas que cuándo las destila surgen cocteles deliciosos. Para cerrar el disco, que mejor que pensar en los marineros, que al igual que Fortià cruzaban los mares una y otra vez. La calma de la Mar, un tema largo en que el fandango se ha mezclado con el jazz, la sección rítmica juega a batir esos dos frutos, y los demás irán trabajando en un sentido u otro según les plazca. Villavecchia va recordando la melodía, Martínez la recita / canta. Lizana se lanza por fandangos, Martínez le responde respetando la habanera y así jugando entre diferentes estilos, el quinteto llega a puerto sin incidentes. + info | relacionados |Fotos: Mireia Miralles i Chus García.

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