FESTIVAL TOROS Y SALSA
FESTIVAL TOROS Y SALSA
Dax, Francia
7, 8 y 9 de septiembre
Es difícil salir decepcionada de un festival celebrado en el sur de Francia. Diría que imposible. De punta a punta, de Marsella a Bayona, nuestro país vecino siempre hace gala de su buen criterio y su feeling a la hora de montar saraos musicales atípicos e interesantes para los de este lado de los Pirineos (¡presumiblemente los más latinos del Viejo Continente!). Esta vez la gratísima sorpresa viene de Toros y Salsa, un descubrimiento para la que escribe y ya un ritual con doce años de vida para Dax, la población del oeste francés que lo acoge. De entrada, hay varios factores que lo hacen especialmente atractivo. Vayamos por partes. Por un lado se trata de un certamen que une la arraigada tradición taurina de esta población con la salsa brava, devoción aparentemente distante a este rincón de Europa. Por otro, el enclave es absolutamente irresistible: población de origen romano, plagada de termas a cada paso, deliciosa, acogedora y visiblemente alegre, dinámica y festera. Dax es una ciudad exquisita que envuelve desde el primer momento y que te hace sentir mejor que en casa. Y, por la parte que nos toca, la razón decisiva para hacerse esos seiscientos y pico kilómetros que nos separan desde Barcelona: la música. A diferencia de Tempo Latino, otra gran cita salsera en Francia que se da cada año a finales de julio en Vic-Fezensac, aquí el cartel no pretende llenarse de grandes nombres, sino de artistas casi inéditos a este lado del océano. François Charpentier, director del festival y hombre puestísimo en temas salseros, se trabaja el festival con una implicación modélica. El resultado lo dice todo y la selección no es más que el fruto de una labor de campo y de investigación hecha con rigor, gusto y alma. Charpentier se moja y apuesta por traer a bandas numerosas para que actúen de forma única en su festival. En esta ocasión, a excepción de Conjunto Chapottín y Sus Estrellas, sobradamente conocido por los amantes del buen son cubano, hallazgos como Bailatino de Venezuela, el latin jazz genuino de Iba a Se desde Estados Unidos o la explosión de la plena salsera de Grupo Esencia de Puerto Rico dieron forma a tres noches consecutivas que sobrepasaron lo meramente musical. Además de la calidad de los artistas, la complicidad y la conexión entre ellos se trasladó rápidamente a un público respetuoso y cultivado en el buen sonido latino. En conclusión, una apuesta rotunda por la salsa bien hecha que, de nuevo y aunque nos pese, no viene de este lado de los Pirineos. // María José López Vilalta, ‘La Morocha‘