Colectivo BDB
Colectivo BDB
Music Hall, Barcelona. Music Hall, 27 de junio de 2013
Las primeras informaciones hablaban de una reunión de dos decenas de músicos, cada uno de diferente procedencia pero con Barcelona como punto común, que situaría sobre el escenario vientos (metales y maderas), cuerdas y percusiones por doquier para reinterpretar clásicos de la tradición afroamericana y piezas originales conectadas a la cumbia, el afrobeat, el candombe o el maracatú. Explicaban también que esa paleta de colores se retocaría un poco a partir de los recursos de improvisación del jazz, para así exprimir con mayor profundidad esos lenguajes populares, y que al mando de las operaciones se situaría la voz inconfundible de Mû, el líder de ese delicioso proyecto que es Qbamba. La publicidad prometía, además, tres horas de música ininterrumpida. Y, por una vez, no nos engañaron: todo lo anunciado previamente, se cumplió. Colectivo BDB surge del encuentro de diferentes corrientes folclóricas en un entorno distinto en el que aparecieron, del tamiz que aporta el filtro urbano que las conecta, de una decantación lógica y posible realizada con conocimiento de causa. Sólo así se puede explicar y entender lo que ha sucedido durante los ensayos y lo que disfrutamos en el concierto del pasado jueves. Bueno, también habría que añadir el nivel y la calidad de los músicos implicados (la mayoría, bien conocidos en la ciudad), empezando por el citado Mû, siguiendo por el saxofonista Jimmy Jenks y pasando por el percusionista Zé Luiz Silva, por citar tres nombres. Desde el primer momento, del escenario brotó buena música, sin artificios ni imposturas. Y el numeroso público asistente así lo reconoció. Según avanzaba, sin prisa, pero sin pausa, el repertorio podía transmitir aromas que nos llevaban a uno u otro lado del Atlántico, pero siempre, siempre, con buen gusto y afinque, con sentido y sensibilidad. Y con excelente sonido, pese a la evidente dificultad técnica. Una primera parte más etérea, más ambiental, y una segunda más desinhibida, en la que las y los presentes pudieron lanzarse (como deseaban) al baile, conformaron un concierto de lujo y con numerosos detalles interesantes. En los tiempos difíciles que vivimos, el futuro de un proyecto de este calibre parece difícil de prever. Pero aunque sólo fuera por las vivencias que han acumulado los músicos durante el trabajo previo y por esas tres horas que compartimos una noche de verano en Barcelona, diría que ya ha valido la pena. ¡Felicidades! +Info | Relacionados | Jordi Urpi